martes, 9 de marzo de 2010

PARA VARIAR...

Por Alexandrovich

En la viña del Señor hay de todo, pero como dice la canción “hablando de mujeres tan divinas”, nunca es tarde para reconocer el arduo trabajo de aquellas mujeres que enfrentan la vida misma desde su trinchera.
A pesar de que ayer se festejó con bombo y platillo el Día Internacional de la Mujer, hace algunos años —según cuentan mis antepasados— eran más frágiles y poco dispuestas a contradecir al sexo fuerte: el hombre.
Sin embargo, hubo sus excepciones, aquellas que contra viento y marea prefirieron irse a la bola… a la Revolución, siguiendo a sus líderes, Emiliano Zapata, Francisco Villa y cuanto héroe conocían.
Aquellas enérgicas soldaderas portaban su única arma: el valor y la entrega. Adelitas decididas a todo, sin dar marcha atrás y con paso firme. No cabe duda que el rol de la mujer ha variado en cada uno de los momentos históricos en el mundo.
La mujer no sólo es ama de casa, madre, esposa, servidora pública, chofer, estudiante, artista, periodista y muchos atributos más; ahora, su presencia puede observarse en movimientos sociales como el enrolamiento, por ejemplo, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y que en la década de los noventa marcó un precedente en México. Muchas estudiantes, a la fecha, se unieron a la causa social no sólo para apoyar el levantamiento, sino para estudiar el fenómeno desde la óptica académica.
Sin embargo, al finalizar los años ochenta, las mujeres ingresaron —de manera paulatina— a las filas de la delincuencia organizada, que ahora buen número de ellas compurgan sentencias del ámbito federal por trasiego de estupefacientes y tráfico de armas.
Algunas instancias como el Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM) implantaron, durante la administración de Francisco Javier Ramírez Acuña como gobernador, programas para inhibir que delinquieran por amor, factor que las llevó a cometer delitos graves.
Ilícitos que van desde el ingreso ilegal de sustancias prohibidas, puntas o celulares, según han dado cuenta las autoridades penitenciarias.
Si bien la mujer no es hecha a la perfección, la condición de pobreza, marginación, fragilidad, vulnerabilidad y discriminación sexual, repercute directamente en la fortaleza y autoestima; el hombre nunca será capaz de comprenderlo.
La mujer se rige por emociones; es decir, el corazón y aunque el amor pareciera entrar a través del oído, ha entendido que luchar será la clave para sobrevivir en un mundo que se resiste a dejarlo a merced del sexo fuerte y envalentonado.
Ellas si que marcan la diferencia… sé por qué lo digo. ¡Hasta la próxima!

alemay74@hotmail.com

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