viernes, 7 de mayo de 2010

Léase al mediodía


Alderin, la niña que no reía
(Primera parte)


Por Zarkof

Hoy veremos una vieja historia ocurrida en La Barca, Jalisco, donde existía una casa muy vieja, y en donde vivían dos hermanos muy solos y muy enojones. Se dice que estos hombres eran muy rudos y secos. Ellos siempre estaban de malas y —cuenta la gente— que si pasabas por su casa se sentía un viento frío, tanto que te helaba los huesos.
Estos hombres no sólo no hablaban, sino que dicen que ellos no tenían ojos, que por ojos tenían dos tizones de carbón de tan encendidos e iracundos que eran. Había muchas leyendas en contra de ellos.
Pasaban los meses y siempre se les veía salir de la casa al cementerio, que era donde trabajaban. Los dos hermanos Casillas —que así era como se apellidaban— decían que su mamá murió al parirlos y, de su papá, nadie sabía que los había dejado en esa casa junto a una maleta llena de dinero, el cual no se les acababa ¡Nunca! Dicen que así los encontró el cura del pueblo. También se dice que las sirvientas no les duraban aunque les pagaban bien, y es que ellos eran muy huraños y no le hablaban bien a nadie. Pasaban los años y los hermanos seguían igual ¡No hablaban con nadie! Lo más raro era que el dinero no se les acababa.
Cuentan que en el cuarto en donde se guardaba ese dinero había un altar para Satanás, y que ellos todos los días platicaban con él y le decían “Oye Satanás, estamos muy solos, mándanos una compañera para que no estemos solos”.
Pero Satanás les decía “No, muchachos. Hasta que no me demuestren que son buenos trabajadores conmigo, no haré nada por ustedes”. Los muchachos le decían “—Pero mi amo, ¿Cómo quieres que seamos buenos trabajadores si no sabemos qué quieres de nosotros dos? Mira, no seas malito. Dinos o danos una pista por dónde ir”.
Enojado, Satanás les gritó “¡Inútiles! No les voy a decir nada y solos se quedarán ¡Jamás conocerán el amor!” Y se fue muy enojado.
Los hermanos se quedaron muy asustados y sin entender nada de lo que les había dicho Satanás. Gildardo —que era el mayor— le dijo a Ulises “Oye, hay que pensar en algo, porque yo no quiero quedarme así toda la vida. Yo sí quiero amar y tener familia y tú ¿Qué quieres hacer, Ulises?
Ulises se le quedó viendo fijamente y le dijo —Oye, mira, no te asustes tanto, igual y se le baja ¿Por qué mejor mañana no vamos con doña Chona? Ya ves que dicen que ella hace muchas cosas y consigue todo lo que uno le pide, que cobra rete harto pero no importa, le pagamos y ¡Ya está! Verás que nos consigue compañera”. Gildardo lo miró fijamente y dijo —Me parece bien, mañana iremos y verá el amo que todo sale como él quiere.
Al otro día los dos muy emocionados fueron a ver a doña Chona, le dijeron “—Oiga, queremos dos cosas: una, tener compañera y, la otra ¡Agradar a nuestro amo!”
Ella los miró fijamente con una mirada muy penetrante, se rió maléficamente y les dijo —A ver muchachos ¿Por qué tan asustados? Y, sobre todo, ¿Por qué vienen conmigo, si solos pueden hacer mil cosas? Entonces ella les cuestionó ¿Ya se vieron en el espejo? Ellos le dijeron — ¡No! Mamá, antes de morir, nos dejó una carta en la que nos decía que no nos viéramos al espejo nunca, y que nunca de los nuncas comiéramos carnes rojas y así, doña, lo hemos hecho.
Ella los miró maléficamente y les preguntó: ¿De verdad quieren agradar a su amo? Ellos dijeron al unísono “Sííííí”. Bueno chicos, acompáñenme al siguiente cuarto.
Y ahí hizo que se miraran a un espejo inmenso, ellos vieron cómo de ser dos jóvenes normales se iban transformando en dos mega demonios, y en lugar de asustarse, se sintieron fuertes y muy poderosos, a la vez que se volvieron muy, pero muy demoniacos y malvados. Continuará.

leasealmediodia@hotmail.com

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