sábado, 27 de febrero de 2010

PARA VARIAR...

Por Alexandrovich

Las calles y cruceros de la Zona Metropolitana de Guadalajara perdieron la hegemonía del ciudadano, el citadino que cotidianamente se desplaza en sus caminos para disfrutar del paisaje y llegar, aunque tarde, a su destino.
Ahora ha caído en manos de vendedores de una y mil cosas, los que reparten propaganda, los que venden tarjetas de prepago, las muchachas intrépidas que usan minifalda o short… con este frillazo, para entregar periódicos de ofertas.
La calle y el crucero dejó de ser colectivo, del ciudadano, de los del camión, de los mismos conductores. Representa el escenario predilecto de “los otros” los que (aparentemente) buscan salir el día con una moneda para comprar el taco.
Los implacables vendedores ambulantes, pero en especial los limpiaparabrisas corrompieron la tranquilidad de quienes utilizan la calle para dirigirse a sus múltiples destinos: A su hogar, al trabajo, a la escuela, a la universidad, al hospital, a la cita clandestina, el gimnasio, al retoque de uñas, al café con los amigos, al bar; bueno, hasta al motel.
Es verdad que la crisis financiera afectó y golpeó a todos los sectores de la población; sin embargo, es lamentable que diariamente los conductores tengamos que salir a nuestras fuentes de trabajo para ganarnos el salario, mínimo por su puesto, y encima estos señores exijan la contribución, la coopera, la moneda, el peso a su humilde causa.
Los afamados limpiaparabrisas además de contaminar el paisaje, agreden de manera constante y sistemática —porque se sienten con todo el derecho de violentar a las personas que conducen diariamente por las mismas arterias— a quienes se rehúsan aceptar su servicio de “calidad”.
Que fácil… se avienta el chorro de jabón y por arte de magia aparece la voluntad, desquiciada, de quienes les hacen caso y todavía los premian con la moneda, que en estos días vaya que muy difícil de ganarse HONRADAMENTE.
No crea que se trata de un fenómeno que nada más incide y es exclusivo de México, no, es una actividad y oficio de exportación que se manifiesta en ciudades estadounidenses colindantes con la Frontera Norte como San Diego y Los Ángeles, aunque claro, su supervisión y erradicación va más allá de los derechos humanos y garantías individuales… que los ciudadanos que traemos carro también tenemos.
En fin… honor a quien honor merece, pero como dijera la periodista social, Cristina Pacheco: ¡¡¡Aquí nos tocó vivir!!!

alemay74@hotmail.com

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